
Por Francisco J. Soriano Tejeiro
Los combates reales no son lentos, son explosivos, rápidos, contundentes. Ese es el contexto de aproximación que tenemos que recrear si queremos abordar realmente el entrenamiento marcial tradicional. Una vez alcanzado un buen nivel sobre este segundo modelo de práctica, es preciso desestructurar la forma para que el ejercicio rompa la cadencia sobre la que hemos trabajado y se convierta, de este modo, en un combate preestablecido de elementos inesperados. Introducir acciones imprevistas y resolverlas dentro de los patrones del estilo es fundamental para contemplar una imagen sincera del nivel de interiorización que hemos logrado en el arte que practicamos.
Estudiar la estructura es fundamental, pero también es imprescindible liberarse de ella para permitir que el arte emerja en su expresión global cuando el contexto sea oportuno. Esta capacidad de adaptación de la técnica al momento y las circunstancias concretas de la lucha es lo que diferenciará un trabajo útil a nivel marcial de un trabajo insuficiente o inútil.
« Volver atrás