Cuántos juicios morales se celebran bajo la frase “la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”. Se puede ser cien por cien moral y ser a la vez cero por ciento ético. La moral es comunitaria, la ética personal. La verdad se encuentra en el interior del ser humano.
Las artes marciales pueden ser entendidas como un deporte de defensa (e incluso de ataque) o como un arte de autoconocimiento. El movimiento físico puede llegar a ser espectacular pero lo más es- pectacular es llegar a tener categoría de persona humana. Valiente no es el que vence en una pelea (el propio Bruce Lee decía que si alguien te propone una pelea lo mejor es correr), valiente es el que se enfrenta a sus propios problemas, supera sus limitaciones y hace de eso un triunfo personal, único e intransferible. Valiente es el que pudiendo pelear (porque posee ese conocimiento), acepta la fragi- lidad de su posible contrincante y rehúsa la agresividad. No hay mejor lección. En el fondo todos somos un solo ser. Lo que me falta a mi lo posees tu; lo que te falta a ti, lo poseo yo. Todo se comple- menta. No hay contrarios, sino complementarios. Es la esencia del yin-yang, o sea de la totalidad, sin exclusiones, sin diferencias.
Bruce es el paradigma de la persona antidogmas, de la persona que no se deja influir sin analizar, criticar, mejorar o renovar lo que ve, lee o escucha. Va siempre más allá, no se para y mejora a lo largo del camino en relación a lo que investiga, pasando a la acción y de la acción vuelve a la reflexión, es una espiral que no termina nunca y que tiene a sí mismo como diana. Por eso nos vemos reflejados en Bruce Lee, porque llega a sí mismo, invitándonos a hacerlo también nosotros.
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