No obstante, su manera de ser y de pensar, o sea su filosofía, fue el resultado de la mezcla, de la fusión, de lo oriental, que llevaba escrito en su inconsciente personal y colectivo, y de lo occidental que le permitió romper con los moldes establecidos, dándole la oportunidad de desarrollar su manera concreta de captar la realidad y de construir su visión del mundo . Encontró en las artes marciales no tan solo una manera de canalizar toda esa energía que llevaba en su interior –que ya se manifestó de manera evidente con problemas en la escuela en su infancia, dominándola, para expresarla con la máxima plenitud, sino también de darlas a conocer al mundo entero, hecho por el cual tuvo serios enfrentamientos con los congéneres de su propia procedencia cultural.
Tuvo el coraje de hacerlo porque sabía que poseía la capacidad para cambiar esa realidad y mejorarla: romper con los estereotipos y lo anacrónico, haciendo evolucionar tanto el aspecto oriental del arte marcial, en general, como del aspecto occidental. Ambos se habían quedado encallados en sendos caminos y él abrió un camino nuevo o, al menos, hizo desencallar esos caminos.
Bruce es, pues, un ser surgido de la mezcla y para la mezcla, confiándole la responsabilidad de aunar lo mejor de cada cultura (la de procedencia y la de acogida) para no tan solo realizar un buen cocktail final sino que ese resultado supere con creces la calidad de las culturas de procedencia, o sea, entender el todo que mucho más que la suma de las partes.
Por lo tanto, el jeet kune do de Bruce, o sea, su arte marcial